sábado, 6 de abril de 2013

The face on the book Vs The Faceebook

THE FACEEBOOK   Vs   THE FACE ON THE BOOK



José Ramón Ayllón, eminente filósofo y escritor santanderino, en un artículo reciente  titulado "El puente de los hábitos" comienza citando a Georges Steiner y su queja en La barbarie de la ignorancia de que, en todo el mundo, el noventa y nueve por ciento de los seres humanos prefieren –y están en su perfecto derecho– la televisión idiota, la lotería, el Tour de Francia, el fútbol o el bingo antes que la cultura escrita. El sabio profesor confiesa que lleva toda su vida esperando que la escolarización obligatoria y la proliferación de bibliotecas cambien tal porcentaje, pero eso nunca sucede. Porque el animal humano es muy perezoso, mientras que la cultura es exigente.
Ayllón  recomienda a sus alumnos menos facebook y más the face on the book, pero solo consigue que sonrían.
En los tiempos que corren , la cultura del esfuerzo tropieza con la idea de "enseñar jugando", introducida por políticos y pedagogos que ignoran el gran consejo de Unamuno: "El que quiera enseñar jugando, acabará jugando a enseñar"
Mercedes Ruiz Paz, en su magnífico ensayo Los límites de la educación, tal vez pone el dedo en la auténtica llaga cuando nos dice que en nuestro país, unos millones de adolescentes de 13 a 18 años están siendo educados por otros adolescentes de 30 a 40 años.
¿Qué podemos hacer?
Cervantes dedica este elogio a los profesores del colegio donde muy probablemente estudió:
"Recibí gusto de ver el amor, el término, la solicitud y la industria con que aquellos benditos padres y maestros enseñaban a aquellos niños, enderezando las tiernas varas de su juventud, porque no torciesen ni tomasen mal siniestro en el camino de la virtud, que juntamente con las letras les mostraban. Consideraba cómo los reñían con suavidad, los castigaban con misericordia, los animaban con ejemplos, los incitaban con premios y los sobrellevaban con cordura, y, finalmente, cómo les pintaban la fealdad y horror de los vicios, y les dibujaban la hermosura de las virtudes, para que, aborrecidos ellos y amadas ellas, consiguiesen el fin para que fueron criados".
De acuerdo con Cervantes, podemos añadir que en la tarea educativa nos interesan los valores, por supuesto. Pero mucho más nos interesan las virtudes.
El paso de los valores a las virtudes es el paso de la teoría del bien a la práctica del bien, y ese tránsito se da por "el puente de los hábitos" como muy bien ha titulado José Ramón Ayllón en su artículo. Con una acertada comparación, Aristóteles dirá que no nos interesa saber en qué consiste la salud, sino estar sanos. Si los valores no se convierten en virtudes, vender valores es vender humo.
Numerosos ejemplos demuestran que el mundo avanza a remolque de la gente que persevera en su empeño. Beethoven compuso la Quinta Sinfonía casi sordo. Mozart compuso su Requiem en el lecho de la muerte, afligido por grandes dolores…

¿Qué podemos hacer? Muchas cosas , pero no es mala idea aconsejar lo que invita a hacer José Ramón Ayllón ,menos faceebook y mas the face on the book