EL CASO DE VICTORIA GILLICK
Victoria
Gillick es una madre de familia inglesa que defendió durante años el derecho
de los padres a la educación sexual de sus hijos. , frente a determinados
programas del Gobierno inglés . estos son algunos jalones de su historia , que
cuenta en “ Relato de una madre “,
Col. Testimonios , Rialp , 1990.
“ …. Yo tenía algunas sospechas acerca del modo en que
la Asociación de Planificación Familiar había intentado terciar en el debate
del Ayuntamiento por medio de la carta enviada por su Administrador , Stephen Dalton . El Dr. Michael Busch le había echado
encima un poco de agua fría, pero a mi no me convencieron las flojas respuestas
que , en aquel momento , dio a mis
preguntas.
Por lo que yo había ido sabiendo a lo largo de los
años de la Asociación esa , siempre había ocupado un lugar destacado en las
campañas que buscaban una legislación más liberal sobre el aborto. Indagaciones
ulteriores me mostraron que la citada Asociación había sido instituida a final
de los años veinte, bajo la forma de una red de consultorios privados. Por
aquel entonces , su personal era tenido por buenas personas , de clase media ,
que trataban de ayudar a las familias pobres de las zonas urbanas deprimidas ,
librándolas de los embarazos no deseados. . Todo muy laudable , para el modo de
pensar de la mayoría. Pero una vez la revolución sexual empezó a pisar fuerte ,
hubo un cambio muy característico , tanto en los objetivos como en la plana
mayor de la Asociación , que se convirtió a la filosofía liberal predominante.
En 1974 , habían traspasado todos sus consultorios al Servicio Nacional de
Salud , y actuaron como consejeros de los funcionarios del Ministerio de Sanidad y Seguridad Social en temas tales como
la contracepción para menores. Incluso ayudaron a redactar las normas que ahora
tenían que seguir los médicos con respecto a las chicas jóvenes.
Se habían metido en la educación sexual en las
escuelas y en otras instituciones y habían adquirido , gracias a esa labor , la
condición de entidad benéfica , al
mismo tiempo que montaban su propio negocio de ventas por correo , llamada
Ventas de Planificación Familiar (…) El
tal negocio contraceptivo “ independiente” comenzó a crecer en cifras de ventas
al publico y a las autoridades sanitarias , de modo que , tal como informó la
Comisión de Monopolios a mediados de los años setenta , sus crecientes
beneficios fueron adjudicados a la Asociación ( en 1978 , esa suma alcanzó las
116.000 libras esterlinas ) , para que ampliase sus programas de educación
sexual y contraceptiva. El negocio estaba bien llevado , no cabe duda.
Leyendo el informe anual de 1978 de la Asociación ,
observé que se habían propuesto algunos objetivos para el siguiente decenio .
El último de la lista era que , para 1986 , el “.. total anual de más de 100.
000 abortos quede reducido a la mitad , gracias a la información sobre
contraceptivos y a su mejor distribución …” Cuando esos diez años estaban a
punto de expiara, examiné las cifras del Ministerio de Sanidad sobre el empleo
de contraceptivos en 1986 y observé que su consumo había aumentado en un 30 por
100 . Entonces busqué las cifras de abortos del mismo año. No . No se habían
reducido a la mitad: habían aumentado casi un 75 por 100 y se habían colocado
en 172.000. No quedé particularmente sorprendida por estos hechos. Después de
todo , un experto de la Federación Internacional de la Paternidad Responsable había
dicho a los estudiantes de Cambridge , en 1974 A medida que la gente se pasa a la contracepción ,
habrá un aumento , no una disminución , de la tasa de abortos “. Pero no puedo
dejar de odiar esa trola tan cuidadosamente calculada , en particular porque su
precio son decenas de miles de vidas de niños.
Tan extremistas
se habían vuelto en 1978 las tendencias políticas de la Asociación que ese año
contrataron a una marxista de estilo revolucionario , Rose Shapiro , como encargada de prensa. Sus artículos en Marxismo
Today o en el Leveller podrían provocar ataques epilépticos al militante
laborista medio. Pocos meses después de la reunión en el Ayuntamiento de
Ipswich , leí un par de números de esta última revista : me pasé una hora
espantosa chapoteando por artículos nauseabundos de sodomitas que se auto
justificaban ( más tarde fueron convictos en juicio) , por notas de auto
felicitación de feministas que habían abortado , hasta que , al final , me
encontré con un desagradable articulo de la mismísima Ms . Shapiro (:J . En una diatriba larga y dura , la señora Shapiro
lanzaba su desprecio contra todo grupo próvida y pro familia del que tuviera noticia
( nombraba sobre la marcha a nuestro “ Padres de Suffolk “ ) , y añadía que : “
Nada hay tan efectivo en el arsenal del autoritarismo moral como el emotivo
fantasma del sexo juvenil “ . Mis observaciones me habían llevado a una conclusión
diferente : Nada hay tan lucrativo en el mundo del comercio como el reciente
negocio del sexo juvenil.
La primera cosa que hace cualquier organización nueva
es buscar dinero . “ Padres de Sufflok “ fue una excepción a esta regla ,
porque las actuaciones que cada uno de nosotros emprendía se las pagaba de su
propio bolsillo , ya se tratara de sellos de correo , fotocopias , impresos ,
viajes o lo que fuera . Sólo una vez acudieron los otros miembros en nuestra
ayuda y fue cuando la cuenta trimestral del teléfono había alcanzado las ¡ 400
libra ¡
El paso siguiente que da cualquier grupo que hace una
campaña es dirigir alguna petición a alguien , y en este aspecto nosotros
seguimos la sabiduría común. Fue un escrito bastante sencillo para el que
pedíamos firmas a la gente de Sufflok: en él afirmábamos muy por directo que ,
tal y como ocurre con el resto de los medicamentos que se dan a menores de
dieciséis años , se exigiera el consentimiento paterno por escrito antes de
recetar contraceptivos a las hijas menores de edad.
Escribimos a toda cuanta organización , laica o
religiosa , pudimos encontrar , incluida la Logia Masónica de Sullok. Me
llevé un chasco cuando el “ brujo” jefe de esa organización rehusó quedarse con
copias de nuestro escrito para dárselas a sus seguidores , porque él era un
miembro importante de la Delegación Regional de Sanidad. Un poco ingenuamente ,
me había olvidado de quienes son uña y carne en todo este cotarro.
Después ha haber enviado montones de artes manuscritas
( ni siquiera ahora soy capaz de escribir a máquina decentemente ) , que cada
día los niños iban entusiasmados a echar a la oficina de correos de Handleigh ,
conseguimos reunir casi mil quinientas firmas.
Al final nuestros esfuerzos fueron compensados – o al
menos , así lo creíamos por un momento – cuando uno de los Diputados de Suffolk
, Jhon Selwyn Gummer , que era entonces secretario privado de Patrick Jenkin ,
el Ministro de Sanidad , anunció , en el verano de 1979 , que iban a ser
derogadas las infames directrices para médicos que estaban vigentes.
“ Las Normas sobre el Sexo al cesto de los papeles .
La píldora para adolescentes a examen “ Así , en primera página , titulaba un
periódico de Ipswich su información sobre el tema . El Ministro , decía Gummer
, a la vista de la “ considerable presión “ ejercida por las asociaciones de
familias , estaba preocupado por las directrices dadas a los médicos , y , en
consecuencia , iba a pedir a sus funcionarios que , una vez hechas las
oportunas consultas , las retiraran y prepararan otras nuevas. Aquella noche
nuestro párroco , el Padre Kirby , vino a vernos trayéndose consigo una
botella de vino para celebrarlo .A eso lo llamo buena atención pastoral.
Resulto ser , sin embargo , una victoria muy fugaz.
Porque una semana después , las declaraciones de Gummer fueron desautorizadas por un irritado funcionario del
Ministerio , señalando que se trataba de “ pura imaginación camuflada de
realidad” (…)
Algo de lo que no se escribió en aquellos primeros
años , cuando mi nombre aparecía en la prensa , fue de mi religión y del numero
de hijos que tenía . Porque , a pesar de los elogios de los medios de
comunicación a los sindicatos polacos o al nuevo Papa , yo tengo por cierto que
si un editor o productor fuera profundamente hostil a alguna idea , la primera
cosa que haría para desacreditarla es socavar la credibilidad para el hombre de
la calle de los que están metidos en el asunto , utilizando para ello cualquier
bagatela o historieta picante que caiga en sus manos.
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