miércoles, 24 de enero de 2018

Apoyar a la familia es inversión


Apoyar a la familia es inversión

Hace dos años , la joven ministra de Estado para Asuntos de Familia en Hungría, Katalin Novák intervino en el Seminario sobre Buenas Prácticas Internacionales de Apoyo Público a la Familia, organizado por la asociación Familia y Dignidad Humana en la Universidad CEU San Pablo, y comentó a Aceprensa cuáles eran las principales preocupaciones de sus compatriotas ante la posibilidad de formar familia, y explicó cómo el gobierno del partido conservador Fidesz, que preside Viktor Orbán, arrima el hombro para ayudarlos en su propósito. ( Luis Luque en un articulo publicado el 23-11-2016)
“Muchos húngaros –señaló– creen que soportan demasiadas cargas financieras, demasiadas dificultades económicas como para tener hijos. Por ello hemos introducido un buen número de medidas para ayudar a las familias a disminuir esas cargas. Es así que, a día de hoy, el riesgo de pobreza por tener hijos es mucho menor de lo que solía ser.”
“Por otra parte, muchos jóvenes, mayormente mujeres, temen no ser capaces de desarrollar una carrera y su vida personal al tiempo que su vida familiar. Estamos tratando entonces de ayudarlos para que puedan lograr un equilibrio, para que tengan una familia, para que puedan pasar tiempo con ella, y que no tengan que elegir, sino que también puedan desarrollar su vida profesional. Nuestras medidas van orientadas a que no tengan que escoger entre, por un lado, ser madres o padres y no tener una vida profesional, y por otro, desarrollarse profesionalmente, pero no tener hijos. Estamos intentando que las familias húngaras alcancen esa conciliación”.
El Estado húngaro subvenciona la compra de casa nueva o de segunda mano por parte de parejas con hijos
Durante su intervención en el Seminario, Novák apuntó que su país, otrora miembro del bloque comunista subordinado a la URSS, ha perdido en los últimos 35 años el 10% de su población. Revertir esa catastrófica situación demanda voluntad política y, por supuesto, recursos.
En tal sentido, señaló que si en 2016 el presupuesto de apoyo a las familias fue de 2.721 millones de euros, en 2017 han sido  2.827 millones, que se destinan a múltiples programas. Por ejemplo, en la cultura húngara, el disponer de casa propia –que no alquiler– es un factor que aporta seguridad a los jóvenes. Es por eso que el Estado subvenciona con generosos montos la compra de casa nueva o de segunda mano por parte de parejas con hijos. Un matrimonio con tres puede percibir hasta 33.000 euros –“que es mucho dinero en Hungría”– para tal fin.
De igual modo, el gobierno de Orban ha ampliado las capacidades de las guarderías, ha establecido que los empleadores cambien los contratos de tiempo completo por otros de tiempo parcial hasta que el hijo del trabajador o la trabajadora cumpla tres años, así como entrega subvenciones a los empleadores cuyos empleados retornen a su puesto. Más específicamente en cuanto a las mujeres, aquellas que hayan cumplido 40 años de servicio y deseen jubilarse para ayudar a cuidar de sus nietos, pueden hacerlo aun antes de la edad reglamentada (65 años).
Cómo se financian esas medidas es la interrogante obligada: “En 2010 –explicó –, cuando llegamos al gobierno, teníamos una situación económica y financiera algo difícil. El déficit del Estado era muy alto; el crecimiento estaba por debajo de cero. Necesitábamos serias reformas económicas y en política social, en educación, en servicios asistenciales… y las introdujimos. Gracias a ellas, la economía se puso en pie, se fortaleció, y ahora tenemos el margen presupuestario para apoyar algo que es muy importante para nuestro gobierno: la política familiar. Consideramos que invertir en ella no es gastar, sino invertir, y es una inversión que repercutirá realmente en el crecimiento económico”.
Los valores naturales deben ser defendidos no solo pasivamente: hay que hablar sobre ellos
Una escena de la cumbre de la UE de mayo de 2015, en la que el presidente de la Comisión Europea, Jean Claude Juncker, saluda al primer ministro húngaro llamándole, medio en broma, dictador, ilustra cómo algunas de las decisiones de Budapest –entre las más polémicas, su rechazo a acoger refugiados– no agradan demasiado en Bruselas.
En cuanto a las políticas familiares húngaras, ¿han encontrado oposición o apoyo por parte de las instituciones europeas?, preguntaron a la ministra Novák.
“En Hungría gozan de mucho apoyo. El pueblo respalda y aprecia muchísimo las acciones del gobierno orientadas a la familia. En los foros internacionales, incluso en la UE, es cierto que a veces surgen algunos desacuerdos serios, algunas discusiones. La diferencia entre nuestra perspectiva del asunto y la de muchos otros gobiernos es que no ponemos a los individuos en el centro de nuestro pensamiento, sino a las comunidades. Nos gustaría que las comunidades fueran fuertes. Y la comunidad más importante es la familia. En muchos países, en cambio, el interés del individuo es lo principal. Es lo que nos distingue de ellos. Estamos listos para debatir, por supuesto; a intercambiar con los otros. Pero no cederemos en nuestra concepción comunitaria”.
Por último, le preguntaron qué pueden hacer todos aquellos que en Europa, conscientes de la importancia de la familia, tienen en la defensa de esta una causa privilegiada:
“Hay una importante sociedad civil en toda Europa, una multitud de personas que consideran que la familia es crucial, y que están hablando en su nombre. Pero a veces sucede que, ante las cosas naturales, no hablamos. Las consideramos naturales, y por tanto, pensamos que no hay que defenderlas. Solo que también, a veces, las cosas más naturales y evidentes, los valores naturales, deben ser defendidos no solo pasivamente, sino que hay que hablar sobre ellos. Creo que lo más importante es que todas esas ONG y miembros de la sociedad civil que están trabajando muy, muy duro, día a día, por el interés de la familia, no solo deben efectuar esa labor, sino que tienen que presentarla al gran público, hablar sobre ella. Tienen que hacer escuchar su voz no únicamente entre ellos, entre sus representantes o entre sus miembros, sino en las diferentes instancias internacionales. En Hungría, por ejemplo, hay una gran sociedad civil, hay influyentes ONG, y aprecio mucho su labor en mi país. Pero también hay que hacerla a través de Europa”. 
Muchos años antes vino a España Renata Kaczmarska coordinadora del Programa de Familia de Naciones Unidas, y se reunió con expertos de todo el mundo para escuchar ideas y empezar a preparar el 20º aniversario del Año Internacional de la Familia, que se celebró  en 2014. Fue invitada por la International Federation for Family Development (IFFD) y The Family Watch, un think tank vinculado a esta Federación.
Y a la cuestión ¿Tiene el poder político algo que decir respecto a la familia? Respondió: “ Los gobiernos están para ayudar a las familias a cumplir sus funciones; unas veces, creando las condiciones para que ellas solas actúen; y otras, ayudándolas donde éstas no pueden llegar . “
Naciones Unidas  centró el Año Internacional de la Familia en tres áreas: 1) la lucha contra la pobreza de las familias y la exclusión social; 2) la conciliación entre el trabajo y la familia; y 3) la promoción de la integración social y la solidaridad entre las generaciones en el seno de las familias y las comunidades.
Un principio clave que repitió Kaczmarska que la misión del poder político –ya sea supranacional o nacional– es ayudar a las familias a cumplir sus funciones. “Queremos apoyar a las familias en sus funciones y difundir las buenas prácticas en políticas familiares”, afirmó.
Bien pensado, el mensaje de Kaczmarska tiene repercusiones muy serias. Lo que vino a decir la responsable de familia de la ONU es lo siguiente: más que cambiar la definición del matrimonio y de la familia de un país, los gobiernos deben crear las condiciones para que las familias puedan cumplir sus funciones y apoyarlas allí donde no puedan hacerlo.
Esta idea-fuerza conectaba con una de las áreas de ese Año Internacional de la Familia: la lucha contra la pobreza y la exclusión social. Pero también con el primer Objetivo del Desarrollo del Milenio. En alusión a este objetivo, dijo: “No se pueden erradicar la pobreza extrema y el hambre sino a través de las familias”.
Un principio orientativo para diseñar las políticas sociales destinadas a mejorar el desarrollo de los países es “atender a las familias como unidades en lugar de tratar a sus miembros de forma individual”.
Entre otras cosas, este enfoque permitiría ayudar mejor a las familias que pueden correr más riesgos económicos. Kaczmarska citó cuatro ejemplos: hogares monoparentales; familias numerosas; familias que cuidan a discapacitados; y familias emigrantes.
Dentro del área para conciliar familia y trabajo, Kaczmarska destacó la importancia de los permisos de maternidad y de paternidad como herramienta para implicarse conjuntamente en la crianza y educación de los hijos.
Sobre el de paternidad advirtió que, aunque en varios países de Europa ya existen legalmente, ahora tiene que mejorar su consideración social. Muchos hombres, dijo, no los utilizan porque temen perder el empleo o bien porque les da vergüenza.
En muchos casos, lograr el equilibrio entra familia y trabajo es posible gracias a la familia extensa. La solidaridad intergeneracional una prioridad en estos momentos debería ser.
Ambas coinciden en lo fundamental y lo repetimos:  “atender a las familias como unidades en lugar de tratar a sus miembros de forma individual “ en palabras de Renata Kaczmarska  , o lo que es lo mismo. “ La diferencia entre nuestra perspectiva del asunto y la de muchos otros gobiernos es que no ponemos a los individuos en el centro de nuestro pensamiento, sino a las comunidades. Nos gustaría que las comunidades fueran fuertes. Y la comunidad más importante es la familia. En muchos países, en cambio, el interés del individuo es lo principal. Es lo que nos distingue de ellos. Estamos listos para debatir, por supuesto; a intercambiar con los otros. Pero no cederemos en nuestra concepción comunitaria” en palabras de Katalin Novák


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