lunes, 1 de enero de 2018

UNA FORMA rápida , eficaz , y la más asequible , de contribuir a la felicidad de todos los hombres.


UNA FORMA rápida , eficaz , y la más asequible , de contribuir a la felicidad de todos los hombres.




Algunos acontecimientos del 2017 y en concreto la noticia de hoy sobre como Corea del Norte arranca el año con su amenaza de guerra nuclear , tienen la fuerza de llevar aparejadas algunas consecuencias positivas. Señalo sólo dos , íntimamente relacionadas . Por una parte , muchísima gente de buena voluntad - ¡ millones de personas ¡ - se han sentido interpeladas en lo más intimo de su ser y se preguntan qué pueden hacer , cada una , para poner fin a una situación que por desgracia está descubriendo su rostro más sombrío..

Por otra parte , y más tal vez conforma pasa el tiempo , para un buen numero de estos individuos y para bastantes otros resulta cada vez más patente que los “ recursos institucionales “ – política  , organismos públicos de alcance nacional e internacional , etc. .- se van demostrando insuficientes para remediar una debacle que exige , por el contrario , antes que nada , y de modo cada vez más urgente e imperativo , una auténtica conversión de los corazones: de “ cada uno de todos” , como gustaba decir al profesor Carlos Cardona.

¿ Por dónde empezar?  Por la propia familia . ¿ Cómo?

“Sabemos que todos los problemas educativos son siempre , en ultima instancia , cuestión de falta de buen amor; y con ellos resulta relativamente claro el modo en que hemos de procurar comportarnos para enderezar las situaciones menos favorables que pudieran surgir en el hogar”. ( Tomás Melendo , articulo Mayo 2003) . Por lo tanto , siempre hemos de mirar , antes que nada , hacia nosotros mismos, hacia cada uno , para mejorar nuestra actitud y nuestras disposiciones…. Y el calibre de nuestro querer: la resolución de cualquier dificultad que afecte a una familia encuentra normalmente su punto de partida y su motor insustituible en un cambio estrictamente personal - ¡ mío ¡ - que produzca como consecuencia una elevación en la categoría del amor reciproco… antes que nada entre los cónyuges . Pues de la buena sintonía en la vida matrimonial depende el adelantamiento de todos y cada uno de los componentes de la familia.

Recordemos , entonces , que la esencia del matrimonio es el amor; y “que el momento resolutivo de todo amor es la entrega; entrega que se configura de una manera  muy peculiar e intensa entre los esposos , pues lo que ambos se dan y reciben es su misma persona integra , sin residuos : cada uno se ofrenda a si mismo sin condiciones a la persona amada , al tiempo que acoge también sin reservas.” . (Tomás Melendo)

De esta suerte , la clave del éxito de la convivencia matrimonial consiste en liberarnos de las ligaduras de nos atan al propio “yo” – nuestros caprichos , nuestros criterios , nuestro afán de imponernos y llevar razón … , de modo que se torne viable una entrega cada vez más intensa a nuestro cónyuge ( que podamos darnos de veras) ; y , a la par , en ir desprendiéndose y vaciándose de uno mismo para dejar espacio en nuestro interior al ser querido ( para poderlo acoger sin restricciones )

¿ Cómo hacerlo ? Luchando por mejorar nuestra conducta y aprendiendo a perdonar y a pedir perdón .

Prestemos atención a tres advertencias sensatas de Ugo Borguello :

“ Ante cualquier dificultad en la vida de relación todos deberían saber que existe una única persona sobre la que cabe actuar para hacer que la situación mejore : ellos mismos . Y esto es siempre posible . De ordinario , sin embargo , se pretende que sea el otro cónyuge el que cambie y casi nunca se logra “


“ Resulta decisivo una voluntad radical de entrega de si al otro . A menudo los cónyuges juzgan y “ miden “ el amor del otro , el don del otro , perdiendo de esta manera el don de si incondicionado . El don de si solo puede exigirse a uno mismo . El del cónyuge no se logrará exigiéndoselo , sino creando un clima de donación “ . Como repetía San Juan de la Cruz , “ donde no hay amor , pon amor y encontraras amor “ : el amor llama al amor.

“ Es inútil y contraproducente pretender en nuestro interior “ o manifestar verbalmente “ que el otro o la otra cambien del modo en que yo lo digo y porque yo se lo digo. Cabe favorecer y ayudar la mejora , pero no “ pretenderla” ni , mucho menos , exigirla . “ Lo que tenga que ocurrir ha de valorarlo el otro o la otra ; no es suficiente con amar y tener cariño , es preciso que el otro se sienta amado y estimado .Puede afirmarse sin miedo a errar que muchas familias fracasan porque , movido a menudo por un orgullo semiconsciente , cada cual está convencido de que es el otro quien debe cambiar o por lo menos el que debe hacerlo en primer término”.

De lo que se infiere un principio muy claro , que el propio Borghello enuncia así: “ su quieres cambiar a tu cónyuge cambia tú primero en algo “ . Y explica: “ Siempre existe algo en el tono de la voz , en el modo de recriminar , en el de presentar el problema …, en que yo puedo mejorar . Por lo común basta que yo lo haga para que la otra persona también cambie”

Si no sucediera así , después de algunos días de mudanza real por mi parte , es conveniente hablar : es reconocen los propios errores pasados , se hace notar que de un tiempo a esta parte ha habido un avance y , a renglón seguido , se pide al cónyuge una pequeña transformación que facilite el amarlo con sus defectos . Una vez hecho esto , si el otro está de acuerdo , lo más importante ya ha sido realizado . Sin duda , sería exagerado pretender que desde ese momento no caiga más en el defecto admitido ; basta que luche.

Lo importante , con el arte del dialogo es que cada uno reconozca las propias deficiencias sin necesidad de encarnizarse en las de la pareja. Quien no haya jamás probado a modificar el propio modo de obrar para ayudar a los demás a hacerlo , basta que lo intente y advertirá de inmediato una mejoría perceptible “ … y en ocasiones asombrosa.

En resumen ; el mallot reto y la condición esquivable de la felicidad de una familia está en convencerse de que la clave para superar el 99% de los problemas que surgen en el hogar consiste en empeñarse personalmente - ¡ cada uno! – en aquilatar la categoría del propio amor … olvidándose de si y poniendo en sordina los propios “ derechos” . Y esto , tanto por lo que atañe al matrimonio como a las relaciones con los hijos y a las de los hermanos entre si . Luchando por modificar nuestra conducta , haciendo más tersa y eficaz nuestra entrega , se enriquecerá antes que nada la vida conyugal y , potenciada por ella , la del conjunto de la familia … y , a la larga , la de la entera Humanidad.

En el contexto de los retos que se plantean a la familia , casi en los inicios de su pontificado , en 1979 , San Juan Pablo II asentó este principio esclarecedor e incuestionable : “ Cual es la familia , tan es la nación , porque tal es el hombre” . Hoy el alcance de esta proposición se ha engrandecido . En efecto , de lo que cada uno hagamos en el seno del propio hogar depende no ya la buena salud de nuestra familia y de nuestros respectivos países , sino , en virtud de los profundos cambios acaecidos en los últimos decenios – la famosa globalización - , el bienestar de la Humanidad en su conjunto.

Por eso , hemos de estar persuadidos de que ennoblecer la calidad del propio amor , antes que nada en el interior de cada matrimonio , posee una importancia inigualable y goza a la larga de una eficacia insospechada… para el perfeccionamiento de las relaciones entre todos los hombres.

En tal sentido , resultan casi proféticas , y tremendamente operativas , las convicciones que San J.P. II manifestaba en el ultimo Jubileo de las familias , el 15 de octubre del año 200: “ Al ser humano – comenzó diciendo – no le bastan relaciones simplemente funcionales. Necesita relaciones interpersonal , llenas de interioridad , gratuidad y………… Y añadió de inmediato con el vigor y la penetración acostumbrados y como para explicar el sentido más hondo de sus palabras : “ Toda la gran red de las relaciones humanas nace y se regenera continuamente a partir de la relación con la cual un hombre y una mujer se reconocen hechos el uno para el otro , y deciden unir sus existencias en un único proyecto de vida”.

Todo ello depende – es la inequívoca  afirmación de JP II – del acrisolamiento del amor conyugal : “ un hombre y una mujer “ , como él mismo subraya ; de lo que hagan con su cariño cada uno de los esposos . Pero , por desgracia , el matrimonio no goza en nuestro tiempo de la buena salud que sería de desear . Considero por eso que nuestra principal misión en estos inicios del año nuevo consiste en hacer eco a la conocida exhortación “ Familiaris consortio “ : “ Familia , ¡ sé lo que eres! ;  hacerle eco y traducirla en esta otra más concreta y exigente , dirigida de manera imperiosa a cada cónyuge : ¡ sé tú el que eres ¡ y consigue , mediante una mejora de tu amor personal , hacer de tu matrimonio lo que por naturaleza está llamado a ser.

 Es la forma más rápida y eficaz , y la más asequible , de contribuir a la felicidad de todos los hombres.

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