UNA FORMA rápida , eficaz , y la más asequible , de
contribuir a la felicidad de todos los hombres.
Algunos acontecimientos del 2017 y en concreto la
noticia de hoy sobre como Corea del Norte arranca el año con su amenaza de
guerra nuclear , tienen la fuerza de llevar aparejadas algunas consecuencias
positivas. Señalo sólo dos , íntimamente relacionadas . Por una parte , muchísima gente de buena voluntad - ¡ millones de
personas ¡ - se han sentido interpeladas en lo más intimo de su ser y se preguntan
qué pueden hacer , cada una , para poner fin a una situación que por desgracia
está descubriendo su rostro más sombrío..
Por otra
parte , y más tal vez conforma pasa
el tiempo , para un buen numero de estos individuos y para bastantes otros
resulta cada vez más patente que los “ recursos institucionales “ – política , organismos públicos de alcance nacional e
internacional , etc. .- se van demostrando insuficientes para remediar una
debacle que exige , por el contrario , antes que nada , y de modo cada vez más
urgente e imperativo , una auténtica conversión de los corazones: de “ cada uno
de todos” , como gustaba decir al profesor Carlos
Cardona.
¿ Por dónde
empezar? Por la propia familia . ¿ Cómo?
“Sabemos que todos los problemas educativos son
siempre , en ultima instancia , cuestión de falta de buen amor; y con ellos
resulta relativamente claro el modo en que hemos de procurar comportarnos para
enderezar las situaciones menos favorables que pudieran surgir en el hogar”. ( Tomás Melendo , articulo Mayo 2003) .
Por lo tanto , siempre hemos de mirar , antes que nada , hacia nosotros mismos,
hacia cada uno , para mejorar nuestra actitud y nuestras disposiciones…. Y el
calibre de nuestro querer: la resolución de cualquier dificultad que afecte a
una familia encuentra normalmente su punto de partida y su motor insustituible
en un cambio estrictamente personal - ¡ mío ¡ - que produzca como consecuencia
una elevación en la categoría del amor reciproco… antes que nada entre los cónyuges
. Pues de la buena sintonía en la vida matrimonial depende el adelantamiento de
todos y cada uno de los componentes de la familia.
Recordemos , entonces , que la esencia del matrimonio
es el amor; y “que el momento resolutivo de todo amor es la entrega; entrega
que se configura de una manera muy
peculiar e intensa entre los esposos , pues lo que ambos se dan y reciben es su
misma persona integra , sin residuos : cada
uno se ofrenda a si mismo sin
condiciones a la persona amada , al tiempo que acoge también sin
reservas.” . (Tomás Melendo)
De esta suerte , la
clave del éxito de la convivencia matrimonial consiste en liberarnos de las ligaduras de nos atan al
propio “yo” – nuestros caprichos , nuestros criterios , nuestro afán de
imponernos y llevar razón … , de modo que se torne viable una entrega cada vez
más intensa a nuestro cónyuge ( que podamos darnos de veras) ; y , a la par , en ir desprendiéndose y vaciándose de uno
mismo para dejar espacio en nuestro interior al ser querido ( para poderlo
acoger sin restricciones )
¿ Cómo hacerlo ? Luchando por mejorar nuestra conducta
y aprendiendo a perdonar y a pedir perdón .
Prestemos atención a tres advertencias sensatas de Ugo Borguello :
“ Ante cualquier dificultad en la vida de relación
todos deberían saber que existe una única persona sobre la que cabe actuar para
hacer que la situación mejore : ellos mismos . Y esto es siempre posible . De
ordinario , sin embargo , se pretende que sea el otro cónyuge el que cambie y
casi nunca se logra “
“ Resulta decisivo una voluntad radical de entrega de
si al otro . A menudo los cónyuges juzgan y “ miden “ el amor del otro , el don
del otro , perdiendo de esta manera el don de si incondicionado . El don de si
solo puede exigirse a uno mismo . El del cónyuge no se logrará exigiéndoselo ,
sino creando un clima de donación “ . Como repetía San Juan de la Cruz , “
donde no hay amor , pon amor y encontraras amor “ : el amor llama al amor.
“ Es inútil y contraproducente pretender en nuestro
interior “ o manifestar verbalmente “ que el otro o la otra cambien del modo en
que yo lo digo y porque yo se lo digo. Cabe favorecer y ayudar la mejora , pero
no “ pretenderla” ni , mucho menos , exigirla . “ Lo que tenga que ocurrir ha
de valorarlo el otro o la otra ; no es suficiente con amar y tener cariño , es
preciso que el otro se sienta amado y estimado .Puede afirmarse sin miedo a
errar que muchas familias fracasan porque , movido a menudo por un orgullo
semiconsciente , cada cual está convencido de que es el otro quien debe cambiar
o por lo menos el que debe hacerlo en primer término”.
De lo que se infiere un principio muy claro , que el
propio Borghello enuncia así: “ su
quieres cambiar a tu cónyuge cambia tú primero en algo “ . Y explica: “ Siempre existe algo en el tono de la
voz , en el modo de recriminar , en el de presentar el problema …, en que yo
puedo mejorar . Por lo común basta que yo lo haga para que la otra persona
también cambie”
Si no sucediera así , después de algunos días de
mudanza real por mi parte , es conveniente hablar : es reconocen los propios
errores pasados , se hace notar que de un tiempo a esta parte ha habido un
avance y , a renglón seguido , se pide al cónyuge una pequeña transformación
que facilite el amarlo con sus defectos . Una vez hecho esto , si el otro está
de acuerdo , lo más importante ya ha sido realizado . Sin duda , sería
exagerado pretender que desde ese momento no caiga más en el defecto admitido ;
basta que luche.
Lo importante , con el arte del dialogo es que cada
uno reconozca las propias deficiencias sin necesidad de encarnizarse en las de
la pareja. Quien no haya jamás probado a modificar el propio modo de obrar para
ayudar a los demás a hacerlo , basta que lo intente y advertirá de inmediato
una mejoría perceptible “ … y en ocasiones asombrosa.
En resumen ; el mallot reto y la condición esquivable
de la felicidad de una familia está en convencerse de que la clave para superar
el 99% de los problemas que surgen en el hogar consiste en empeñarse
personalmente - ¡ cada uno! – en aquilatar la categoría del propio amor …
olvidándose de si y poniendo en sordina los propios “ derechos” . Y esto ,
tanto por lo que atañe al matrimonio como a las relaciones con los hijos y a
las de los hermanos entre si . Luchando por modificar nuestra conducta ,
haciendo más tersa y eficaz nuestra entrega , se enriquecerá antes que nada la
vida conyugal y , potenciada por ella , la del conjunto de la familia … y , a
la larga , la de la entera Humanidad.
En el contexto de los retos que se plantean a la
familia , casi en los inicios de su pontificado , en 1979 , San Juan Pablo II
asentó este principio esclarecedor e incuestionable : “ Cual es la familia ,
tan es la nación , porque tal es el hombre” . Hoy el alcance de esta
proposición se ha engrandecido . En efecto , de lo que cada uno hagamos en el
seno del propio hogar depende no ya la buena salud de nuestra familia y de
nuestros respectivos países , sino , en virtud de los profundos cambios
acaecidos en los últimos decenios – la famosa globalización - , el bienestar de
la Humanidad en su conjunto.
Por eso , hemos de estar persuadidos de que ennoblecer
la calidad del propio amor , antes que nada en el interior de cada matrimonio ,
posee una importancia inigualable y goza a la larga de una eficacia
insospechada… para el perfeccionamiento de las relaciones entre todos los
hombres.
En tal sentido , resultan casi proféticas , y
tremendamente operativas , las convicciones que San J.P. II manifestaba en el
ultimo Jubileo de las familias , el 15 de octubre del año 200: “ Al ser humano
– comenzó diciendo – no le bastan relaciones simplemente funcionales. Necesita
relaciones interpersonal , llenas de interioridad , gratuidad y………… Y añadió de
inmediato con el vigor y la penetración acostumbrados y como para explicar el
sentido más hondo de sus palabras : “ Toda la gran red de las relaciones
humanas nace y se regenera continuamente a partir de la relación con la cual un
hombre y una mujer se reconocen hechos el uno para el otro , y deciden unir sus
existencias en un único proyecto de vida”.
Todo ello depende – es la inequívoca afirmación de JP II – del acrisolamiento del amor
conyugal : “ un hombre y una mujer “ , como él mismo subraya ; de lo que hagan
con su cariño cada uno de los esposos . Pero , por desgracia , el matrimonio no
goza en nuestro tiempo de la buena salud que sería de desear . Considero por
eso que nuestra principal misión en estos inicios del año nuevo consiste en
hacer eco a la conocida exhortación “ Familiaris consortio “ : “ Familia , ¡ sé
lo que eres! ; hacerle eco y traducirla
en esta otra más concreta y exigente , dirigida de manera imperiosa a cada cónyuge
: ¡ sé tú el que eres ¡ y consigue , mediante una mejora de tu amor personal ,
hacer de tu matrimonio lo que por naturaleza está llamado a ser.
Es la forma más
rápida y eficaz , y la más asequible , de contribuir a la felicidad de todos
los hombres.
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